lunes, 14 de julio de 2014

cuentos

el yaguareté que quería viajar

Una tarde de septiembre, a la hora en que los
animales se reunión para escuchar un cuento,
ya estaban todos en el lugar de siempre.
entonces la garza se acomodó bien y dijo: 
-Hoy cuento yo algo que sucedo hace tiempo 
cerca del río Juncarembó-.
hubo una vez un yaguareté que vicia en un
 lugar lleno de arbole, planta, flores
 y toda clases de insectos zumbadores. Un 
día se sintió aburrido de estar siempre
en el mismo lugar y tuvo deseos de viajar.
"AQUÍ YA NO HAY NADA NUEVO
 PARA MI Y NECESITO VER QUE 
HAY DIFERENTE POR ALLÍ"
pensó el yaguareté.
Se despidió de sus amigos y sus parientes 
y se  marchó a conocer un mundo diferente.
Fue hasta la estaciona del tren y se puso a
esperarlo en el anden. Apenas llego, el yaguareté 
quiso subir a un vagón, pero lo freno un 
empleado con un gran vozarrón.
-disculpe usted- le dijo-. pero por lo que 
yo se, en este tren no puede viajar un yaguareté.
Entonces fue a la estación de ómnibus
y quiso subir al primero que salio,
pero el conductor le dijo -LO SIENTO,
 AQUÍ YAGUARETÉ, NO-.
Fue a la carretera por donde pasaban 
autos y camiones ala carrera. y se puso hacer 
señas para que lo llevaran, pero todos seguían 
de largo y le decían "NO" CON LA CARA.
Quiso tomar un avión, pero el piloto
le dijo -¡EH! ¿QUE SE CREE? NINGÚN
AVIÓN VA A LLEVAR UN YAGUARETÉ.
 Desalentado, con el ánimo caído, el 
yaguareté volvió al lugar de donde había 
salido. -¡QUE RÁPIDO VOLVISTE-le dijo el 
armadillo-. Y enseguida agregó: -¿QUE TE 
OCURRIÓ? se te ve muy triste.
-NO LOGRE LLEGAR A NINGUNA LADO- 
le contesto el yaguareté, muy desanimado.
Entonces le dijo el armillero: 
-SI QUIERES VER PAISAJES NUEVOS,
ES MUY SENCILLO- . Y le dio un par de 
lentes, que parecían comunes y corrientes.
-¿PARA QUE LOS QUIERO?- dijo
el yaguareté-.Yo veo bien, no soy
corto de viste y nunca tuve que visitar 
al oculista.
-ESTOS LENTES HACEN QUE TODO 
LO QUE UNO MIRA CREZCA. 
VERÁS LAS COSAS MÁS PEQUEÑAS 
COMO SI FUERAN GIGANTESCAS-.
El yaguareté se puso los lentes y posó 
la mirada sobre una flor cualquiera, 
una campanilla. Y vio antes sus ojos una 
verdadera maravilla. Esa sola flor parecía 
todo un mundo en el que cada pétalo era
un jardín, formado por tantas
plantas distintas que parecia no tener fin.
Después el yaguareté miró un árbol
que desde hacía mucho tiempo había visto
todos los días, y se dio cuenta de que 
 en el había mucho más de lo que parecía. 
Cada una de las ramas era un árbol inmenso,
y juntas formaban un bosque muy frondosos
y extenso. Y así ocurrió con cada cosa 
que creía conocer, de modo que se quedó
donde estaba y se sitio muy contento al descubrir
 que no tenía que salir de viaje para conocer
nuevos paisajes.


Cien metros de gatos

un día se formo una muy larga fila de
todo tipo de gatos. Un chico los vio 
y calculó enseguida: -CIEN METROS
DE GATOS-. Cuando la fila avanzó los
autos y las bicicletas que iban por la 
calle tenían que detenerse como ante
una barrera baja del ferrocarril.
-SI LES LADRA UN PERRO, CADA
GATO IRÍA AL LUGAR DE DONDE SALIÓ- 
dijo un señor que tenia un perro de 
orejas tan grandes que parecía tres
perros en vez de uno. Y lo fue a buscar.
Y antes de llevarlo hasta la fila de 
gatos negros, grises, rayados, manchados 
y amarillos, le recomendó que les ladrara,
sin pelear.Y cuando estuvo frente a 
esos cien metros de perro  se puso al 
final de la fila, divertido.
-SI CONSEGUIMOS UNOS RATONES,
LOS GATOS PERSEGUIRÍAN Y DE 
LA FILA NO QUEDARÍA NADA-
dijo el panadero. No se sabe de dónde
se trajeron unos cuantos ratoncitos pero 
los gatos siguieron caminando sin darles
ningún tipo de importancia.
Entonces los ratones, con ganas de 
jugar, se acomodaron en la fila, 
detrae del perro grande.
Las mariposas de los jardines y los pájaros
de los árboles hicieron lo mismo.
Y luego, todos los chicos y las personas
de la ciudad.
Ayer los gatos pasaron por mi casa, 
me invitaron a dar una vuelta y me 
puse en la fila, arriba del perro.


Un chaparrón de tinta

las palomas de la plaza se pusieron de 
acuerdo para aprender a escribir.
Se instalaron en una nube para que 
nadie las molestara.
Llevaron los papeles más lindos
que encontraron, tinteros y lapiceras.
Una paloma maestra les enseñó las letras,
y cuando pudieron escribir: ala, pico 
y pluma, se pusieron muy felices.
Tantos saltos de alegría dieron, que la 
tinta de todos los tinteros se derramó.
Y de la nubecita salió un chaparrón
azul oscuro, casi negro. Era de tinta y 
no de agua. -¡OH! ¡LLUEVE TINTA!- dijo
la gente que caminaba por allí. Y todos 
se volvieron de un color oscuro que los 
cubría de la cabeza a los pies. Lo mismo
sucedió con los animales que estaban 
paseando.
Las casa y las calles que se habían 
manchado se sacudían con fuerza para
que la tinta se les desprendiera.
-¡UN TERREMOTO! ¡UN TERREMOTO!
-GRITABAN ALGUNOS-.
Menos mal que una nube grande pasó
junto a la nubecita donde estaban las
palomas que escriban. Al saber lo 
ocurrido descargó sobre el lugar una 
gran lluvia y lavo todo.
Cayó tanta agua, que no quedó una 
mancha de tinta en ningún lado,
ni en las narices, ni en los hocicos.
Finalmente, se pusieron montañas de
lápices en la plaza para todas 
aquellas palomas que deseaban mucho 
mas aprender a escribir.  




Una torre de caracoles


Este es el cuento del caracol que se pasaba
la noche mirando el cielo azul y se 
quejaba: -¡QUE PENA NO PODER VER
DE CERCA LAS BRILLANTES 
ESTRELLAS!- Un día de verano, tuvo
una gran idea: formare con los caracoles
de todo el mundo una torre que llegara al
cielo. se lo dijo a los que estaban cerca
y mandó cartas a los que estaban lejos.
Llegaron caracoles en aviones, en barcos, 
en trenes, en auto. A la noche, se reunieron
en medio de un campo. Fueron subiendo 
uno sobre otro hasta formar una torre.
El que quería ver las estrellas de cerca, tenía
que ser el último en subir. 
Afortunadamente, pudo agarrarse de la cola
de un barrilete que lo llevo hasta lo mas
alto de la torre. -¡EL CIELO SIGUE
QUEDANDO MUY LEJOS!- -DIJO
CUANDO LLEGÓ-.
Empezaron a cansarse y la torre se movió
de un lado a otro. -¡NOS CAEMOS! 
-GRITARON-. -¡ESTOY EN EL AIRE!-
se asustó uno. Pero la torre no se cayó.
De pronto, una estrella bajó hasta el 
caracol que quería verla de cerca.
Le tocó una punta en su cabecita
y volvió después al cielo. La torre de 
caracoles se deshizo y se fueron todos.
Los caracoles son parecidos. Pero. el
que fue tocado por la estrella es fácil
de reconocer porque en las noches, es el 
único que da luz.



Me falta un caballito


Daniela, que tenía seis años, juntaba
figuritas y dibujos con caballitos y 
los guardaba en una caja de madera.
El que más le gustaba era un caballo
verde que ella misma había dibujado.
Una tarde descubrió que le faltaba y 
lo buscó por todos los rincones.
Se desesperó:
-¡me falta un caballito!-
Para que se olvidara de que  lo había
perdido, su hermano la llevó hasta la
calesita de la esquina de su casa.
El se subió a un delfín y Daniela, 
cuando estaba por trepar a una 
tortuga, vio un caballito verde.
Antes de que la calesita empezara a girar,
se montó al caballo verde.
Y oyó que el caballito le decía:
-SOY TU DIBUJO, ME ESCAPÉ PARA
DAR VUELTAS EN LA CALESITA-.
-¡TE ENCONTRÉ! - GRITÓ DANIELA, FELIZ-.
Y se bajó. la calesita siguió girando.
Y cuando paró de girar, vio que el 
caballito ya no estaba allí: en su lugar 
había un oso blanco. 
-¡LO VOLVÍ A PERDER!- se quejó.
De la mano de su hermano, volvió
a su casa y lo primero que hizo fue 
abrir su caja de madera. Allí
estaba el dibujo del caballito verde que 
le dijo: -¡CUÁNTOS NOS DIVERTIMOS!
MAÑANA TE ESTARÉ ESPERANDO EN 
ALA CALESITA.

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